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Primer premi del Concurs literari "Lletra i Dret"

Us presentem el primer premi de la V edició del Concurs literari "Lletra i Dret"

Autor: Ramon Ignasi Palau de la Nogal
Títol: SUCEDIÓ SIN MÁS

Sucedió sin más, súbita e inopinadamente. Tal como profetizaron los mayas, a eso de las 12 horas del día 12 de diciembre de 2012, los siete mil y pico millones de seres humanos de nuestro querido planeta, todos sin excepción, se quedaron paralizados, congelados estáticamente en el tiempo como figuras de cera. Fue como si al espectador extradiegético del drama cotidiano, a ese "alguien", se le hubiera ocurrido pulsar, deliberada o accidentalmente, qué más da, la tecla de pausa del mando a distancia a través del cual se rige y gobierna el curso de la vida. Huelga decir que nadie falleció por tal motivo, salvo aquellos a los que en aquel preciso instante les tocaba reunirse con San Pedro. Afortunadamente –o no-, a la humanidad no le había llegado todavía su hora, si bien todos se quedaron pétreamente inmovilizados, legando para la posteridad una panoplia de posturas de lo más variopinto, dignas de ser enmarcadas, unas cómicas, otras grotescas, inverosímiles o ridículas. ¿Que por qué ocurrió eso? ¿Una pandemia? ¿Un ictus colectivo? Pues como he dicho, sencillamente sucedió sin más, y no trate de indagar las causas, mi querido lector. Pero si me permite que le dé mi opinión, creo que nuestro amado planeta, hastiado ya, dijo basta y reaccionó defensivamente contra los lacerantes abusos cometidos por la especie humana, la mayor depredadora de todas. ¡Peor que un virus! El ser humano había tenido plena conciencia de la magnitud de sus errores y la oportunidad de enmendarlos, pero una invencible fuerza interior siempre le acababa impulsando a reincidir en ellos, comportándose como el alcohólico que busca una y otra vez la botella, o el drogadicto fascinado por la aguja hipodérmica. Algo no regía bien en lo más recóndito de su cerebro y lo sabía, pero se dejaba arrastrar por sus impulsos sin oponer resistencia: el egoísmo, la madre de todos los males, y sus vástagos, el odio, la xenofobia, la deforestación, la intolerancia, la codicia, la salsa picante... Ya hacía tiempo que la raza humana agonizaba. Nunca he sabido a ciencia cierta si se llega a agonizar sin acabar muriendo. ¿Es la agonía el preludio de la muerte sin remedio o permite conservar una brizna de esperanza? ¿Qué diablos me importa? ¿Y a qué viene perder el tiempo con cuestiones tan estúpidas? El caso es que el día de autos yo me hallaba en una vista por la comisión de una falta de hurto en grado de tentativa. ¡Espectadora de lujo! El acusado, con voz trémula, había hecho uso de su derecho a la última palabra, tras lo cual el Juez promulgó Sentencia in voce. Era del siguiente tenor literal: "El mismo acusado ha reconocido ser autor de tan execrable conducta, digna de los más cutres episodios del Makoki, porque, vamos, intentar mangarle los cupones a una ciega, es ya lo último, aunque sea una ciega con un par de..., como es el caso. Así que venga, no se hable más, la pena mínima y la cuota mínima y eso porque no le puedo absolver, porque no me deja el Juez que llevo dentro y porque el Fiscal (que es muy buena gente, pero es Fiscal) se va a cabrear y con razón". ¡Cachondo el tío! Y justo cuando éste acabó de pronunciar la condena, tras un incómodo silencio premonitorio que nos tuvo a todos en vilo, se desencadenó el fenómeno ut supra descrito, que petrificó la escena, cuajándola en el tiempo: el Magistrado se quedó literalmente agarrotado, señalando inquisitivamente con el dedo índice al acusado, al que se le quedó un rictus histérico de pavor permanente; el Secretario sonriendo ad eternum por debajo de la nariz y el Letrado defensor secándose con la manga de la toga las gotas de sudor que perlaban su frente. ¡Menudo cuadro! Y se preguntará mi letrado lector que por qué a la infrascrita nada le ocurrió. Pues porque soy una Drosophila Melanogaster, una mosca del vinagre. Y a mucha honra. ¡Ah!...pero ¿pueden las moscas razonar, leer, hablar, escribir? Por supuesto que sí, pero Vds., los seres humanos, absortos en su anodina, abúlica, apática y rutinaria vida de egoísmo infinito no se han dignado preguntárnoslo.

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